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TORMENTA DEL DESIERTO

  • DBC
  • Jan 1, 2014
  • 11 min read

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Era un jueves, tipo siete de la noche, cuando Luisa llegó con una canasta de ropa sucia para, supuestamente, lavar; al pasar Luisa por la puerta de entrada Sofía comenzó a gritar de la emoción, como si no la hubiera visto en un par de años; a pesar de que esa misma tarde habían estado juntas.

Luisa me miró con cara de frustración: “Tú si nunca te emocionas al verme”, yo le contesté con una sonrisa: “Es que mi emoción es interna… pero para que vea como le quiero, déjeme le maquillo y le peino para que quede preciosa”

Luisa nunca se oponía a ninguna propuesta de ese estilo, le encantaba ser mi conejilla de indias y yo siempre aprovechaba de eso para hacerle maquillajes exóticos y peinados únicos en su clase; además, siempre remataba vistiéndola con atuendos de brillos y lentejuelas que había comprado solamente pensado en ella.

Sofía me dijo con voz de niñita celosa: “Oye Chiquitina, verás que yo también quiero”, moví la cabeza afirmativamente y dije: “de ley”. Entonces se acostaron en la cama apoyando la cabeza encima de una toalla, y comencé a maquillarlas poniendo en práctica todos mis conocimientos de cosmetología, mientras tomaba una copa de vino…. es decir una tras otra.

Al terminar Luisa quedó divina, decidí complementar el nuevo look con un pañuelo rosado de ceda en el pelo, un vestido negro con bordados de lentejuelas y unos tacones altos, lo que la hizo sentir como una princesa.

Sofía también quedo hermosa con su maquillaje, le alise el pelo y se puso unas botas altas rojas, una camiseta negra con escote en la espalda y los jeans más apretados que tenía.

Mientras tomaba su copa de vino me preguntó: “¿A dónde vamos ahora?”, Luisa comenzó a reírse y dijo: “¿Vos no te ibas donde tu novio, ese gordo?”. Y es que Sofía se había conseguido un novio de planta, porque según ella andaba necesitada de amor y cariño, además quería jugar a la casita. Luisa y yo, como siempre, le apoyábamos en todo, pero nunca perdíamos oportunidad para recordarle que su novio era un gordo asqueroso, y que lo único bueno que hacía es cocinar; hacía unas bolitas de carne tan deliciosas que siempre terminábamos acabando con todas.

Sofía solo se reía al oír los desagradables comentarios acerca de su novio, en su defensa decía: “No se burlen de mi novio… es gordo, ¡y qué! Los gordos también tienen derecho a ser felices”

Luisa sugirió tomarnos otra botella de vino mientras yo me alistaba, lo cual nos pareció una idea fantástica . Mientras yo me vestía comenzaron a caer truenos y relámpagos, empezó a caer un diluvio nada común en el desierto de Arizona, la tormenta era cada vez era más fuerte, parecía que se estaba acabando el mundo.

Nosotras, sin tomar en cuenta el torrente que nos caía encima, estábamos listas y super enfiestadas, decididas a salir hacia Old Town Scottsdale, que es donde están todos los bares y discotecas. Estábamos dispuestas a conseguir novios para Luisa y para mi, porque Sofía no dejaba de repetirnos y recordarnos que ella, ¡sí tenia novio! Luisa entre risas le decía: “Sofía el gordo asqueroso ¡no cuenta!” ella nos miraba con ojos de enojada, pero a la final se reía.

Decidimos ir en el carro de Sofía que era una carcacha a la cual llamábamos de cariño “El Bólido”, era un Toyota Célica de los años 80 que Sofía había comprado por 400 dólares y a duras penas se prendía. Sofía gritó al llegar al carro : “¡Yo manejo!”, como si Luisa y yo tuviésemos ganas de manejar en semejante tempestad, Luisa encogió los hombros diciendo “bueeeno” y se sentó en el puesto del copiloto, yo me subí en el asiento de atrás.

Realmente era un diluvio, las calles parecían ríos y no paraba de llover, pero nosotras estábamos decididas a llegar a nuestro destino, sea como sea. Sofía manejaba como una maniática y Luisa no paraba de reírse, tiene el problema de reírse cuando se pone nerviosa.

Al llegar a una de las discotecas nos estacionamos en medio de un charco, que más parecía laguna, al bajarnos del carro nos mojamos hasta las rodillas, mis zapatos estaban estilando, mi pelo totalmente mojado y el rimel todo corrido; pero ya había tomado lo suficiente como para que esos pequeños detalles me parezcan importantes; además, estaba con la misión de conseguirle novio a Luisa, y si había tiempo, a mi también. Tengo el tema de convertirme instantáneamente en el cupido del amor apenas me tomo más de dos copas, siento que mi propósito y mi única misión en esta vida es emparejar a toda persona… aunque la mayoría de veces todo me sale mal.

Al entrar a la discoteca solo estaban, la gente que trabajaba en el lugar y un par de morenos, así que salimos por las mismas. En eso, justo a la salida alcancé a ver, con mi mirada biónica de cupido del amor, a un grupo de cuatro chicos que parecían no poder decidirse entre terminar la noche, o intentar entrar a un par de lugares más. Enseguida le codeé a Luisa, y ella me guiñó el ojo super exageradamente mientras abría la boca; Sofía por su parte trataba de llamar a su novio, porque según ella tenía que reportarse; y es que Sofía cuando quería hacerse la virgen era insoportable, y siempre teníamos que recordarle que: “no hay peor mujer que la puta corregida”.

Me acerqué a Sofía, le quité el teléfono de la oreja y le susurre: “Ve loca, ponte pilas estás quedando pésimo!”, ella me miró y con voz de sarcasmo me dijo: “Disculparás si soy la única que tengo novio” Luisa se acercó y le recordó: “ya te dijimos que el gordo asqueroso no cuenta!” Yo asentí con la cabeza mientras me mordía el labio inferior para hacerle saber que estaba super de acuerdo con ese veredicto.

Sofía miró hacia arriba y se dio por vencida, yo apunté con la cara hacia los cuatro chicos que estaban cerca de la entrada y a Sofía le brillaron los ojos, me dijo: “Para mí el que parece latino”, Sofía siempre quería los más guapos; pero si se le pedía de buena manera, te los regalaba respondiendo sonriente: “Está bien, te lo regalo por esta vez, pero que sea la última vez…” Yo le insinué con voz de preocupación “Ve Sofi, dos días más sin sexo, hijita, y Luisa vuelve a ser virgen, ya mismo se nos va al cielo, le vamos a tener que prender una velita y tomarle fotos para hacer estampitas”; y es que Luisa no había tenido nada de nada con nadie hacia más de seis meses, y cuando hablaba de su terrible situación, nosotras le dábamos el pésame con cara de duelo, tocando madera, para que no nos pase nunca.

El problema de Luisa es que no hablaba inglés bien, entonces cuando se conseguía un novio no le entendía ni tres cuartos de la conversación; además le daba risa nerviosa en lugar de hacerle un intento al dialecto, y los pobres gringos, asustados, se alejaban de ella pensando o que estaba muy borracha, o que tenia alguna clase de retraso mental.

Sofía super preocupada por Luisa me dijo: “Dee es cierto, Luisita se merece a ese papacito esta noche… pobrecita”. Me tomó de la mano y me jalo con determinación hacia donde estaba el grupo de los cuatro muchachos, y les dijo con mucha confianza: “Hola yo soy Sofía, esta es Dee y la que viene es Luisa… ¿a dónde van a ir?, o mejor dicho ¿a dónde vamos esta noche?”, sonriendo les guiñó el ojo; yo solo sonreí, puse la cabeza de lado y moví la mano como diciendo: hola todos.

El que parecía latino sonrió y nos dijo: “Parece ser que nos vamos a la casa porque en este diluvio no hay nada que hacer” Sofía sin esperar que termine sugirió “¿porqué no nos tomamos unos shots en esta discoteca?” señalando a la discoteca de la que acabábamos de salir. Solo dos de ellos accedieron, los otros dos decidieron irse a la casa porque supuestamente tenían que levantarse temprano para ir a trabajar. Se quedaron un gringo y el que parecía latino, y para decir verdad, el que parecía latino era el único que nos importaba.

En eso se acercó Luisa y le presentamos lo que quedaba del grupo, yo en secreto le susurré: “Oiga, el Latin Lover es suyo”, ella puso una cara de emoción, como un niño en navidad; enseguida le extendió la mano al estilo princesa y le dijo: “I’m Luisa”.

Entramos a la discoteca, pedimos unos shots para amenizar, todos mojados bailamos y brindamos por todo. Una hora después el “Latin Lover” nos preguntó si queríamos ir al departamento del gringo y suyo, porque eran roommates, yo accedí casi de inmediato, Luisa estaba super contenta, pero Sofía, que ya estaba para variar pasada de copas, nos dijo en voz alta y de forma despectiva: “¡No, ya no!, yo tengo que ir a ver a mi novio, yo si me porto seria… no como ustedes”

Tuve que actuar de inmediato para que nuestros nuevos novios no se den cuenta de lo alevosa que estaba Sofía, y le recordé que Luisa ya mismo volvía a ser virgen, “¡cómo la Tía Amargues!”.

Sofía tenía una prima que también vivía en Arizona y era super educada y tranquila, creo que tenia 28 años y actuaba como si tuviera 50, por lo cual a mi no me podía ver ni en pintura, a Luisa le pasaba, y a Sofía no le tocaba más que aceptarla por ser familia. Esta prima tenia a su vez una tía, la “Tía Amargues”, era una vieja que nunca se casó y pasaba rezando, se vestía como monja y entre nosotras comentábamos que era tan amargada porque nunca fornicaba.

Un día Sofía, ya pasada de copas, invitó a salir a la “Tía Amargues”, con el argumento de que debía divertirse y tomar la vida más a la ligera, le explicó que todos, pero absolutamente todos, pensábamos que ya debía tener telarañas en su vagina por falta de uso, en ese momento a nadie le pareció chistoso el comentario, y a la “Tía Amargues” casi le da un ataque al corazón.

Sofía con voz de queja y desencanto me dijo: “Oye Dee lo que pasa es que la Luisa siempre nos hace quedar pésimo” lo cual era cierto, pero esta vez yo había decidido tener fe en Luisa y tenia las esperanzas que hoy sería la excepción, hoy iba a “hacer el amor” de seguro, y hasta en español con el “Latin Lover”, porque él tenía toda la facha de que sabía algo de español.

“Latin Lover” nos dijo que le sigamos, me dio la dirección por si acaso, la cual supuestamente me aprendí de memoria. Ellos estaban en una camioneta Toyota 4X4 y nosotros sin esperar ni un segundo nos subimos al “Bólido” para seguirlos hasta el fin del mundo.

Sofía manejaba, Luisa estaba de copiloto y yo de pasajero. La tormenta seguía más fuerte que nunca y en las calles servían para un rafting nivel cinco. Para rematar la situación, Sofía ya estaba en tal estado etílico, que ya ni si quiera podía hablar claramente, yo estaba un poquitín en mejor estado, y Luisa… ,bueno el problema es que con Luisa nunca se sabe; según Luisa ella nunca esta borracha, pero yo la he visto hacer cosas que nadie haría sobrio, sin embargo cuando le aseguraba que, de ley estaba ebria, ella me contestaba con voz sobria y convincente: “Lo que pasa es que yo soy así, soy alegre, ocurrida y divertida, siempre todos piensan que estoy borracha pero no, esa es mi naturaleza!”

Mientras seguíamos a nuestros novios a toda velocidad por la autopista totalmente inundada, se podían ver algunos carros varados a los lados pidiendo auxilio, no tengo idea porqué el “Bólido” no se apago en ningún momento, talvez porque le teníamos tanta fe, y nunca antes nos había quedado mal, gracias a Dios esta vez no fue la excepción y llegamos sanas y salvas al condominio de los chicos.

Por culpa de la tormenta habíamos perdido de vista a la camioneta, pero llegamos con las direcciones que nos habían dado, pero de lo que yo no me acordaba era del número de apartamento que “Latin Lover” me indicó. Sofía estaba histérica y me culpaba a mi de no acordarme del número exclamando: “¡Vos ni con esas vitaminas para la memoria que te pegas todas las mañanas, como si tuvieras 120 años, te compones!”, yo le respondí: “Oye somos tres, además Luisa que es la más interesada, debería haberse tatuado el número de departamento en el corazón!”, a lo que Luisa argumentó: “A mi no me metan en la sopa, ya saben que con cualquier cosa en inglés, o de acordarse, conmigo no cuentan, clarito les digo, n-o c-u-e-n-t-a-n”. Yo ya no respondí, solo trataba de ver si alguien se acercaba al estacionamiento de los visitantes que era donde estábamos.

Mientras esperábamos Sofía fumaba dentro del “Bólido” con todas las ventanas cerradas, sin importar que Luisa y yo nos estuviéramos ahogando. De pronto comenzó a gritar “¡Tengo que orinar, ya me orinoooo bestia-bestia ya me orino!” Yo empapada y bravísima le respondí también gritando: “¡Orina pues, y no jodas, apaga ese tabaco ve, nos estamos ahogando!” A lo que ella me respondió alevosa: “Si no fumo les mato a las dos, así que no me presionen”. Entretanto, Luisa, siempre tan comedida, buscaba lugares escondidos para que Sofía pueda orinar; pero realmente no había donde, ni un matorral, ni un arbolito, ni un basurero, no había nada.

Sofía ya harta y borracha se bajó los pantalones en medio del estacionamiento, justo en frente de dos departamentos y empezó a orinar; en eso, y para nuestra mala suerte, de uno de los departamentos sale el gringo seguido por el “Latin Lover”. Los dos se quedaron fríos al ver a Sofía orinando en frente de su “hogar”. Me regresaron a ver y el gringo me dijo confundido: “¿¡Qué está pasando aquí!?” Yo actué super normal como que nada y con voz molesta le dije “¿Dónde se metieron?”. Sofía se subió los pantalones como si fuera lo mas normal del mundo y añadió: “Les estuvimos buscando por todo lado, no nos acordábamos del número del departamento”.

Y sin esperar más, las tres caminamos hacia la puerta del departamento, Luisa solo se reía y el pobre gringo estaba totalmente petrificado en la entrada. Sin que nos inviten a pasar entramos por poco pateando al perro; Sofía fue directo al refrigerador, sacó tres cervezas, abrió una para ella y nos brindó una a Luisa y a mi, como si fuera la bartender del lugar.

El gringo y el “Latin Lover” solo nos miraban en shock sin pronunciar ni una sola palabra. Luisa con voz amable les dijo: “¿Les puedo brindar algo?” como si estuviera en su casa.

Yo no sabía donde meterme y me daba cuenta de lo asustados que estaban ellos, definitivamente querían que salgamos de su apartamento. La noche no iba a ningún lado, y le dije a Luisa que mejor nos vayamos, ella, para mi sorpresa, accedió, pero Sofía se sintió agredida y comenzó a gritar: “¡ahhh puta, estos manes nos están botando…!!! ni que fueran bouncers, ¡ahorita le llamo a mi novio a que les saque la puta a estos maricones!”

Los pobres muchachos no tenían ni idea de lo que pasaba por que solo hablábamos en español, el Latin Lover trataba de entender, pero decía que hablábamos muy rápido y hasta trataba de buscar un diccionario. Luisa y yo nos despedimos amablemente dándoles las gracias y disculpándonos por la actitud de Sofía, mientras tanto Sofía llamaba a su novio desesperadamente para que ponga ley y orden, por suerte el gordo asqueroso no contestaba.

Cuando salimos del condominio Sofía ya no estaba en condiciones de manejar, pero igual se sentó en el asiento del piloto, así que al mismo tiempo que ella aceleraba y embragaba, tapándose con una mano el ojo para no ver doble, yo desde el asiento de atrás manejaba el volante y Luisa en el asiento del copiloto metía los cambios… teníamos una sincronización increíble, estábamos acostumbradas a trabajar en equipo.

Eran ya las 3 de la mañana mientras manejábamos en la autopista, cuando en eso Sofía murmuró : “vamos a la casa de mi novio, de ley tiene esas bolitas de carne listas para nosotros….” Luisa y yo nos miramos, y al mismo tiempo gritamos: “¡Vamos, qué rico!!”

 
 
 

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