TAXI
- DBC
- Jun 23, 2014
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Entré a la casa llena de felicidad; por fin había llegado el “San Viernes” y después de una larga semana de trabajo definitivamente me merecía una buena farra. Acababa de terminar con un novio con quien había vivido por cinco años y a mis apenas veintitrés, estaba como si fuera una recién divorciada, con ganas de experimentar mi nueva libertad al máximo.

Mi ex me había dejado una casa de tres dormitorios; yo utilizaba el primer cuarto, el del closet más grande, donde podía meter toda mi ropa, carteras y zapatos, que tenía por cantidades industriales. Para aprovechar y ahorrarme un poco de dinero renté otro cuarto a un rarísimo oriental que se llamaba Mike; el pobre Mike era la persona más necesitada de amigos que he conocido, por eso siempre caía a mis pies cuando necesitaba un favor.
El tercer cuarto con paredes pintadas de anaranjado, colchón en el piso y un olor permanente a chafo, lo ocupaba Sofía.
Apenas abrí la puerta de la casa grité: “¡Sofía! Alístate porque nos vamos de farra”. Ella me miró con ojos de fumada y me dijo “Conmigo esta noche si no cuentes”. Yo con voz de autoridad y alma de sargento (a pesar de que Sofía era cinco años mayor a mi) le dije: “No es una pregunta Sofía… es una ORDEN” Ella sonrió con la típica sonrisa pícara y me dijo:
“Esta bien… ¡a donde vamos!”
Le expliqué que la noche, de ley, tenía que ser especial porque yo, personalmente, estaba en busca de novio; Sofía me aseguró que no estaba sola en la búsqueda, ya que ella andaba en las mismas, y que confiaba en mi, pero me advirtió, como siempre, que cuidado le haga la foca, a pesar de que la que siempre hacía la foca era ella.
Nos tomó como una hora arreglarnos y ponernos bellas, cuando estuvimos listas teníamos un problema, todavía era muy temprano para salir, así que Sofía sugirió: “Oye chiquitina porque no nos vamos a comprar unas Forties de Old English en la gasolinera”; las “Forties” eran unas botellas de cuarenta onzas de cerveza mezclada con Malt Liquor, que tomaban los mexicanos pandilleros, daban una de esas borracheras al estilo “indio”
Nos tomamos una botella cada una, por su puesto, sin sacarlas de la bolsa de papel en que las venden, y las tomamos a punte pico, tal cual los mexicanos pandilleros, según Sofía así sabían más rico.
Al terminar nuestro aperitivo estábamos listas para salir, llamamos a un taxi y nos fuimos directo al Barcelona’s, una discoteca que quedaba en los mejores barrios de Arizona; era el típico lugar en donde estaban reunidos todos los viejos verdes con plata, todas las “Gold Diggers” y algunas jovencitas con “Daddy Issues”, y, por su puesto, nosotras dos.
Mientras íbamos en el taxi Sofía se mandó un par de comentarios que deberían haber sido para mi una señal de que la noche no iba a ser normal, frases como: “Oye chiquitina ojalá que esta noche pongan reguetón” y “Oye Chiquitina ¿si te acuerdas de El Baile del Perrito y de Sopa de Caracol?” o“¿Será que hay algún mexican para que me haga la quebradita?”; pero luego de haberme tomado toda la “Fortie” ya pude hacer caso a mis instintos y me limitaban a decirle entre risas “Sofía no me harás la foca verasss”
Al entrar al bar miré un par de viejos en la esquina de la barra, le di un codazo a Sofía y haciéndole una señal con la cabeza le dije en voz baja: “Camina rápido esos viejos de ley nos quitan la sed”. Los dos pobres viejos verdes estaban ahí esperando a ver quien cae, y para su mala suerte fuimos nosotras… Sofía y yo siempre trabajábamos en equipo para conseguir lo que queríamos y si tocaba echarse uno por delante, Sofía siempre era la primera en ponerse de voluntaria. Sofía se acercó a uno de los viejos enseguida y le hizo la conversa, sin esperar ni un minuto le dijo: “¿Y qué estamos tomando?”
El viejo, no sé si con un ataque al corazón o shoqueado por la rapidez de la mi amiga, respondió tartamudeando: “¿Q-q-que te gustaría linda?” Sofía me agarró del hombro y me jaló a su lado, respondiendo con voz de triunfo: “Nos gustarían dos vodkas con redbull” El viejo sin titubear le pidió al bartender que nos sirva, yo agarré mi vaso, le dí gracias y me fui hecha la disimulada…
Barcelona’s era un lugar único, lleno de lámparas gigantes, diferentes salones, cuatro barras, cuatro chimeneas y techos super altos. Yo caminaba de salón en salón con mi vaso de vodka en la mano, cruzando miradas con los que se me pasaban enfrente, hasta que se me cruzó por fin “Mister Right”… bueno, más bien dicho “Mister Right Now”; pero en fin, era definitivamente mi tipo: alto, moreno y cuerpazo, no estaba para nada ¡pero para nada mal!
Al verme sonrió, tenía los dientes super blancos, o talvez era la luz negra que siempre hace que las cosas se vean más blancas… bueno la mezcla de la “Fortie” con el vodka, y la luz negra, hacían que todos seamos unos Adonis. Como se dirigía hacia mi, me di la vuelta y me embutí lo más rápido que pude lo que me quedaba del vodka, en caso de que “Mister Right Now” solo fuera buen mozo de lejos, quería que el embellecedor haga efecto conforme se vaya acercando; el vodka para mi es un embellecedor, no solo hace que yo sea más agradable, amigable y hasta un tanto chistosa, sino que también hace que vea a la gente más bonita y definitivamente más interesante.
Cuando se acercó me dijo “Hola soy Mister Right Now”… bueno…no dijo en realidad eso…pero lastimosamente no me acuerdo su nombre, así que siempre lo recordaré como: Mr. Right Now (Mr.RN). Tenía un acento que en realidad no podía distinguir, en ese momento yo solo rogaba para que sea un acento y que no sea que estaba pasado de copas, como ya me había ocurrido un par de veces antes. Le pregunté enseguida de dónde era, y él me contestó que de Sudáfrica, lo primero que se me cruzó por la mente es preguntarle por qué no era negro, pero no quería sonar ignorante, por lo menos antes de que le haga un refill a mi vodka, así que le dije en tono muy sexy: “Qué coincidencia, tu eres de Sudáfrica y yo soy de Sudamérica”; pero el man no entendió el chiste y me quedó viendo confundido; para no hacer el ridículo le dije,“Soy de Ecuador” y añadí , “de la mitad del mundo” para sonar más interesante. Mr. RN me preguntó qué estaba tomando y si necesitaba otro, yo tenía ganas de decirle que necesitaba unos cuantos… pero sonreí y moví la cabeza afirmativamente, dije con voz seductora “Vodka con Redbull”.
Eran casi las dos de la mañana y había hablado con Mr. RN más de dos horas, estaba abombada, odio cuando los hombres te compran un trago y a pesar de lo aburridos que sean por cortesía tienes que hablar y quedarte con ellos toda la noche, o sea a veces da ganas de decirles: “¡Solo me compraste un trago no me donaste un riñón!”. Lo único bueno de Mr. RN es que mantenía los vodkas viniendo constantemente, y me los hacía full refill, lo cual no dejaba que me aburra completamente. Mr. Right Now me contó sobre su vida en Sudáfrica, me dijo que solo estaba de pasada porque concursaba en un torneo de tenis y bla, bla, bla…
Mientras trataba de disimular un poco de interés escuché que anunciaron: “Last call”, es la última llamada en la que se puede pedir algo en los bares antes de que cierren, me bajé el vodka rapidísimo y pedí otro y me lo tomé más rápido todavía. En eso veo acercarse a Sofía que, en la última borrachera y además super alevosa, me gritaba: “¡Ahora si me voy a dar de puñetes! Ve loca, ese imbécil me quiere mandar sacando porque dice que me estoy tomando los tragos de otras personas”. El problema es que ese imbécil era el bouncer y venía atrás de Sofía. El bouncer me quedó mirando a mi, y yo con cara de sobria le dije: “¡Qué!” Él me preguntó señalando a Sofía: “¿Es tu amiga?” Y yo le respondí: “Sí y qué” Me hizo un gesto de FUERA, y yo le respondí: “Igual ya nos íbamos” Pero Sofía comenzó a llorar, ella no quería irse y entre sollozos decía que tenía hambre… Mister Right Now, tal cual mi super héroe de la noche, acudió a mi rescate y me dijo que el podía llevarnos a la casa, o aun mejor, ya que Sofía tenía hambre, en su hotel había Room Service y podíamos pedir lo que quisiéramos.Sofía dejó de llorar en ese mismo momento y mientras se hacía el pelo hacia atrás con una mano, hecha la sexy, respondió: “Nos encantaría”
Los bouncers llamaron a un taxi para nosotros, y vino uno de esos que no son amarillos como cualquiera, sino un carro negro lujoso, del año, marca Lincoln. Yo sostenía a Sofía para que mantenga el equilibrio, lo cual era tarea difícil por que ella me juraba y rejuraba que no estaba borracha y quería seguir tomándose los tragos de mesas ajenas; según ella era un desperdicio, y hecha la sobria me dijo: “Dee hay países en los que hay gente muriéndose de hambre, yo vi un episodio en National Geographic en el que hablaban de África” y señalando a Mr.RN añadió “Si no me crees pregúntale a tu nuevo novio Tutan Camel”. Al subirnos en el Lincoln Mister Right Now abrió la puerta de los pasajeros, yo rápidamente empujé a Sofía dentro para que se siente cerca de la ventana, pero ella me miró con sorpresa y me dijo super seria: “Oye y porqué le dejan al amigo de tu novio solo adelante”. Yo como si no le conociera traté de razonar con ella y le dije “Sofi este man es el chofer… este carro es un taxi” y ella me respondió como si yo fuera la persona más ignorante de Arizona: “ Ve loca, este no es un taxi, es un Lincoln… ubícate Chiqui” así que opté por no decirle nada más. Enseguida Sofía se levantó del asiento donde estaba y se pasó adelante por la mitad de los dos asientos delanteros, tratando de que no se le viera el calzón, pero con esa minifalda que traía todos sus intentos fueron en vano y Mr. RN tuvo el placer de ver su trasero con un hilo dental rosado.
Sofía se instaló en el asiento del copiloto, a lado del supuesto amigo de mi nuevo novio… Yo desesperada le hice notar el taxímetro que estaba justo frete a ella; pero me argumentaba que eso era una radio satélite de esas nuevas que vendía en Best Buy. Para todo esto, el susto que Mister Right Now reflejaba en su cara iba en aumento, creo que se arrepentía de haberme conocido; pero ya se había metido en la sopa y el pobre Sudafricano no dijo ni una sola palabra en todo el camino.
Sofía no perdió el tiempo y al mismo ritmo que el taxímetro o radio satélite, marcaba la tarifa o emisora, ella ponía su mano en la entre pierna del chofer y le chantaba un beso… el taxista no sabía si manejar o chocarse , y gracias al retrovisor pude observar que era el tipo más feliz del mundo, nunca en su vida de taxista pudo haber imaginado que le iba a pasar lo que estaba pasando esa noche.
Después de que el radio satélite marco FM $45 llegamos al hotel, Mr. RN y yo nos bajamos, mientras Sofía decía al chofer: “Hey baby anda a estacionar tu coche yo aquí te espero”. Sin saber ya que qué hacer me comencé a reír y le dije:“Ve loca, el man está trabajando y tiene que ir a retirar más pasajeros”.
Sofía nuevamente se echó en llanto, no podía creer que el amor de su vida era de verdad un taxista y que además le iba a abandonar.
Mr.RN le dio al chofer una buena propina para que desaparezca lo más pronto posible, tipo David Copperfield, y acabe el drama, yo mientras tanto consolaba a Sofía que estaba sentada en la vereda del hotel llorando desconsoladamente. Para que deje de llorar le contaba que estábamos en uno de los mejores hoteles de Arizona y que adentro, a más de comida, había un montón de vodka con jugo de naranja, ella entre sollozos me dijo: “Yo quiero una doble wopper con queso”, le hice una señal afirmativa con la cabeza y la abracé, “lo que quieras reinita”.
Subimos al cuarto de Mister Right Now y tal cual lo prometido llamó a room service y ordenó una hamburguesa doble con queso y papas fritas.
Mientras esperábamos ansiosas, Mr.RN se excusó muy educadamente y se fue al baño, se demoró más o menos unos diez minutos…y cual sería nuestra sorpresa cuando lo vimos salir, solo tenía puestos sus calzoncillos blancos tipo tanga … Sofía y yo nos quedamos viendo con ojos de shock y luego le regresamos a ver. Mister Right Now tenía cara de “Hooola chicas ¡vengan a mi!”
Nunca hubiera pensando que en Sudáfrica la gente era tan directa, me sentía en medio de una de esas películas baratas que dan a las dos de la mañana en Cinemax. Sin saber qué hacer y con una vergüenza ajena matadora, me excusé y fui al baño, enseguida Sofía me acompañó. Éramos las dos metidas en el baño hablando bajito y riéndonos disimuladamente tratando de planear el escape.Sofía susurraba que sería bueno esperar a que llegue la comida; pero por suerte ya estaba un poquitín más sobria y se dio cuenta que no había tiempo había que escapar.No se me ocurrió mejor idea que llamar a Mike, el oriental que vivía en mi casa, estaba segura que no tenía planes esa noche, tal cual y porque Dios es grande Mike me contestó de inmediato, estaba más que dispuesto a irme a buscar hasta en la luna. Hablaba bajito para que Mr. RN no me oyera y le tuve que repetir a Mike la dirección unas tres veces.
Al colgar me di cuenta de que Sofía metía los jabones, shampoos, lociones, toallas y hasta gorras de baño en su cartera; no sé que me pasó pero yo también comencé a meter todo lo que encontraba en mi cartera, la razuradora, la pasta de dientes, y hasta la cortina de baño. Menos mal el rato que Sofía trataba de destornillar la secadora de pelo que estaba empotrada en la pared me di cuenta y le dije: “Ve loca… Yaf no exageres” y ella murmuró “Es que esto de la delincuencia a mi me emociona”
Después de unos diez minutos más salimos del baño, nuestras carteras parecía pañaleras de tanta cosa que nos habíamos metido.
Mister Right Now estaba echado sobre la cama como un dios griego y nos hacía señas para que seamos parte de la fiesta, yo miraba con horror mientras Sofía solo tenía ojos para la hamburguesa que había llegado mientras saqueábamos el baño.
En ese momento sonó mi celular, era Mike y estaba esperándonos en el lobby del hotel, yo rápidamente le di gracias a Mister Right Now desde lo más lejos que pude y le dije que lastimosamente me tenía que ir y le deseaba un buen viaje de regreso; él con la boca abierta y cara de ilusiones rotas me respondió: “Thanks”
Sofía en vez de despedirse le preguntó que si podía llevarse la hamburguesa para comerla en el camino, porque no era bueno desperdiciar la comida, según había visto en un episodio de National Geographic hay niños que se morían de hambre, algo que él como buen Africano debía
saber perfectamente. Mr. Right Now la miraba con sorpresa como si nunca hubiera oído hablar ni visto uno de esos niños hambrientos por su casa.
Mike estaba esperándonos en el lobby y se veía contento de verme, cinco minutos más tarde salió Sofía con una sonrisa grandota y la hamburguesa en la mano como si fuera un trofeo, diciendo: “Verán que no comparto mi doble wopper con queso”.
Ya en el carro al acabarse la hamburguesa decidimos abrir nuestras carteras y comenzamos a sacar todos los objetos robados del baño, al ver todo lo que traíamos, Mike, me quedó mirando con sorpresa, y yo le dije “Tu solo sigue manejando que… es una larga historia”
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